Las emociones son motor en nuestra vida, son las que nos inspiran a actuar y responder frente a distintas situaciones, y las vivenciamos desde que somos pequeños, es así que nuestras experiencias nos permitirán identificarlas y aprender a usarlas cuando estas llegan en distintas situaciones.
¿Cómo identificar las emociones en nuestros niños?
A través del comportamientos de nuestros niños, cuando los observamos motivados, deseosos de algo, o incomodos frente a una situación en particular. De hecho, a medida que nuestros niños vayan creciendo la expresión de la emoción se irá complejizando, y podremos observar comportamientos acompañados de lenguaje, verbal y no verbal, y cada uno será particular acorde a la emoción que vivencien, como la alegría, la tristeza, el miedo y la ira. Entonces, hablemos de algunas emociones.
Pero existe una antagónica a la alegría, se trata de la tristeza, nos suele generar sensaciones más incómodas, pero también nos impulsa a la acción, a pedir ayuda, a enfrentar aquello que nos lastima, y a buscar soluciones para que logremos una sensación agradable nuevamente.


¿Cuándo puede aparecer? Ante eventos de pérdida reales o imaginarios (un familiar muy cercano y querido, cuando pierden un juguete apreciado, cuando su mascota se enferma, cuando no pueden ver sus amigos, entre otros), y la podríamos observar cuando nuestros niños se aíslan, pierden interés por jugar y evitar hacer uso de su creatividad. Sin embargo, en ocasiones esta emoción puede estar acompañada por la frustración y el enojo.
¿Cómo sería si nuestros niños no se anticiparan a los posibles peligros?
¿Cómo expresan las emociones nuestros niños?
En ocasiones el comportamiento y vivencia podría ser más intenso, dependerá de la edad, la individualidad de cada uno de nuestros niños y de su capacidad de autorregulación, la cual aún está en desarrollo.
Entonces frente a esta expresión nuestro rol como padres y cuidadores será muy importante, ya que podremos acompañarlos y ayudarlos frente a estas experiencias agradables y en ocasiones desagradables, para que ello les permita desarrollar y adquirir estrategias, con las cuales puedan responder a circunstancias similares cuando vivencian una emoción.
La vivencia, reconocimiento y aceptación de nuestras emociones despierta nuestra empatía por los demás, ya que nuestras experiencias nos permiten entender por lo que otra persona puede estar pasando.
Entonces podría ser enriquecedor permitir a nuestros niños identificar lo que el otro pueda estar sintiendo desde su propia experiencia e incluso tener una respuesta de escucha y apoyo frente a ellos.
Hablar con nuestros niños acerca de sus emociones, les podría permitir regularse, reconocer sus propias emociones, conocerse a sí mismos, experimentar menores niveles de frustración, sentirse más seguros y autónomos.
Y ¿Qué podríamos hacer para ayudar a nuestros niños a expresar sus emociones?
- Reconozcamos su emoción y nombrémosla, para ello primero observemos y tratemos de entender lo que sienten sin juzgarlos.
- Escuchemos y evitamos descartar o quitarle importancia a su emoción. Podemos reflejar lo que ellos están sintiendo nombrando las emociones “entiendo que estas enojado…”.
- Confiemos y apoyamos a que ellos encuentren una solución que los ayude a calmarse, a sentirse mejor y regular lo que han sentido, sin buscar evitar la emoción o buscar una solución inmediata por ellos.
- Juguemos a reconocer las emociones, podemos emplear cuentos, historias, juegos, películas y podríamos conversar acerca de la experiencia de alguno de los personajes.
- Podríamos emplear recursos externos que los ayude a regularse (un cuaderno de descarga para el enojo, burbujas para soplar practicando la respiración profunda, una pelota suave que puedan presionar y un espacio tranquilo en el cual los podamos acompañar, escuchar y pensar).
REFERENCIAS: Goleman, David (2004) La inteligencia emocional
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